sábado, 26 de abril de 2014

Tipos de tatuaje

El término «tatuar» hace referencia al acto de grabar dibujos indelebles en la piel, introduciendo pigmentos en la dermis. Aunque el origen del tatuaje no está claramente definido, se sabe que, durante toda la historia, ha sido una práctica realizada en muchas civilizaciones de zonas geográficas muy distantes, con unos motivos o finalidades diferentes. La palabra «tatuaje» fue introducida en Europa a finales del siglo xviii gracias a las exploraciones geográficas que el Capitán Cook llevó a cabo en Tahití y las islas de la Polinesia2. En esta zona del sur del Pacífico los tatuajes consistían en diseños geométricos muy elaborados que usualmente eran trabajados durante toda la vida hasta que llegaban a cubrir el cuerpo entero. El tatuaje era una parte natural y espiritual de la vida de los polinesios, tenía un profundo significado cultural y social, y era normal que el respeto hacia una persona se midiera por la cantidad de tatuajes que tuviera.

Durante la década de los setenta, la realización de tatuajes en los países más industrializados estuvo limitada a determinadas profesiones como el personal militar, o a miembros de ciertos movimientos culturales alternativos, como la cultura punk3. Sin embargo, en las últimas dos décadas estamos asistiendo a un notable aumento en la demanda de tatuajes, especialmente entre los más jóvenes. En Estados Unidos, donde esta práctica está ampliamente generalizada, se estima que entre un 8 y un 24 % de la población es portadora de un tatuaje4-7. Aunque la clasificación puede ser compleja, los tatuajes se pueden dividir a grandes rasgos en tres grupos: traumáticos, cosméticos y decorativos.


Los tatuajes traumáticos son aquellos en los que un determinado material se impacta en la dermis de manera involuntaria. Esto ocurre a menudo en las abrasiones de la piel que se producen tras un accidente de bicicleta o moto, o también tras un pinchazo con la punta de un lápiz, que deja un tatuaje de grafito. Los tatuajes cosméticos o micropigmentaciones se emplean como maquillaje permanente para delinear ojos, labios o cejas, y en las reconstrucciones mamarias para el diseño del complejo areola-pezón. 


También se han utilizado de forma terapéutica para corregir varias dermatosis cosméticamente desfigurantes como el vitíligo, la alopecia areata o ciertas malformaciones vasculares, entre otras. Por último, los tatuajes decorativos son aquellos que pretenden otorgar al individuo un cierto rasgo distintivo por determinadas creencias culturales, religiosas o sociales. Los tatuajes decorativos pueden ser realizados por profesionales o por personal amateur. Los tatuajes no profesionales son realizados por personal no cualificado, habitualmente bajo escasas o nulas condiciones de higiene, y suelen utilizar tinta china, carbón vegetal o cenizas como pigmento y un alfiler como tatuador. Estos tatuajes no suelen tener una gran calidad artística y su realización aumenta considerablemente la probabilidad de padecer efectos secundarios indeseables, habitualmente de origen infeccioso. Por el contrario, los tatuajes profesionales son realizados con una pistola de tatuar, tienen una gran calidad artística con profusión de detalles y, al menos en teoría, deben realizarse bajo unas estrictas condiciones higiénico-sanitarias en establecimientos especialmente habilitados para tal fin y siempre bajo la vigilancia y control de la administración regional y de los ayuntamientos correspondientes. La composición de los pigmentos que utilizan los tatuadores profesionales son sales inorgánicas de metales o pigmentos vegetales orgánicos muy variados

En contraste con los tatuajes convencionales, los tatuajes temporales no requieren la inyección intradérmica del pigmento, sino que éste se aplica superficialmente tiñendo tan solo el estrato córneo. Estos tatuajes temporales se realizan habitualmente con henna, un pigmento natural obtenido de la planta Lawsonia inermis que deja la piel teñida de un color marrón rojizo y que se elimina al cabo de dos o tres semanas por el proceso fisiológico de renovación cutánea. La lawsona o 2-hidroxi-1,4-naftoquinona es la responsable del poder colorante de esta planta y raramente produce sensibilizaciones. La henna natural se utiliza desde hace siglos de manera habitual en países musulmanes e hindúes con fines cosméticos. En Occidente, sin embargo, la henna se adultera con diversos aditivos. Por una parte, se añaden diversos productos como aceite de limón, vinagre u hojas de té con el fin de evitar su deterioro, y por otra parte, se utilizan otros aditivos como la parafenilenediamina (PPDA) o derivados de la misma para oscurecer el pigmento y conferir un tono más negro al producto final (henna negra). La realización de tatuajes temporales con henna negra está actualmente de moda y es práctica habitual durante el periodo de vacaciones estivales, especialmente entre la población infantil.

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